Como aficionado a la Historia que soy, desde que vine a trabajar al CEPA Montes Norte de Piedrabuena me llamó la atención el hecho, poco común, de que la localidad contara con dos castillos dentro de su patrimonio histórico, el castillo de Miraflores, en un cerro a apenas 2 km del pueblo, y el castillo de Mortara, (actual plaza de toros).
El Castillo de Miraflores
El castillo de Miraflores es una fortaleza de origen islámico, que se remonta al Emirato o al Califato Omeya de Córdoba, como lo atestiguan las cerámicas islámicas de los siglos IX y X encontradas en el lugar, y su cronología se extiende hasta el siglo XIV. Está construido en tapial y mampostería.
Aunque su origen es musulmán la fortaleza fue ocupada a mediados del siglo XII por los cristianos, pasando a formar parte del reino de Castilla. Recuperado por los almohades tras la victoria de éstos sobre las tropas castellanas en la batalla de Alarcos, 1195, quedó definitivamente en manos cristianas tras la victoria del rey castellano Alfonso VIII sobre los almohades en la batalla de Las Navas de Tolosa, en 1212, pasando a formar parte de los dominios de la Orden de Calatrava.
En 1572, cuando Piedrabuena quedó desligada de la Orden de Calatrava, el castillo ya presentaba el estado de deterioro actual.
Conserva toda la muralla exterior, cuyos lienzos, de tapial y mampostería, tienen un perímetro de 166 metros, contando con una sola torre. Bajo el dominio de la orden de Calatrava se modificó la entrada, para que la puerta de acceso pudiese contar con un rastrillo para su defensa. Cuenta con un gran aljibe, con bóveda gótica de ladrillo, una gran caballeriza y, encima de la misma, dos salas o cámaras, dos almacenes y una torre de planta cuadrada de cuatro plantas con suelos de madera, hoy desaparecidos.
Castillo de Mortaza, (Plaza de Toros)
Los orígenes del castillo de Mortara son desconocidos, de hecho esta denominación no comenzó a usarse hasta el siglo XVIII, cuando su propietario era el Marqués de Mortara, señor de Piedrabuena. A lo largo de su historia recibió otros nombres, como los de Castillo del Comendador, Palacio del Conde y Castillo del Señorío. Probablemente la existencia de huertas y tierras de labor y pastoreo llevaron a los caballeros calatravos a abandonar el castillo de Miraflores, cuya función defensiva contra los musulmanes ya no tenía sentido, y a establecerse en el actual núcleo de Piedrabuena. Así, en 1423, se procede a “poblar y reparar la casa donde mora el comendador”, es decir, el castillo de Mortara, cuyas primeras construcciones se cree que se remontan al siglo XIII, cuando la Orden de Calatrava se hizo con la propiedad de estos territorios.
(Posible aspecto del castillo de Mortara en el siglo XV)
Hacia el siglo XV existía una torre cuadrada de dos plantas en el centro, rodeada por una muralla, contando en su interior con unas caballerizas y un horno de uso obligatorio para todos los habitantes de la localidad. En el siglo XVI se añadieron cámaras o estancias para uso del comendador y para fines administrativos y de servicio, por lo que el castillo fue ampliándose.
A partir de ese momento es cuando adquiere su forma principal, constituida por los siguientes elementos:
La puerta principal de acceso estaba en la torre. Tras ella un pasillo abovedado conducía al patio, 12 que estaba cercado y era de gran amplitud, por lo que se aprovechó para colocar en el los establos, pajares y el horno. A la izquierda del pasillo se encontraban tres bóvedas que cubrían la bodega. Dos de las mismas se conservan en la actualidad. Al final de ese pasillo se hallaba la escalera para ascender a un patio superior, donde se encontraban la cocina y la despensa, con acceso al nivel superior, donde se localizaban las estancias del comendador, consistentes en una sala principal con chimenea, una recámara y el dormitorio. En un lateral de la entrada se construyó un pozo con pila y en la parte más alta de la torre un mirador corredor, con vistas hacia el río.
Desde mediados del siglo XVI los comendadores de Piedrabuena dejaron de residir en la localidad, lo que llevó al abandono y deterioro del castillo hasta que, en 1563, Felipe II ordenó su reparación completa, dejando el castillo en magníficas condiciones. El último comendador, Don Enrique de Guzmán, añadió un nuevo horno y reforzó las murallas.
En 1574 el castillo de Mortara dejó de pertenecer a la orden de Calatrava, al ser vendido por el rey, junto con la villa de Piedrabuena, a Don Alonso de Mesa, por un total de 75 millones de maravedíes, (de los que 4 correspondían al valor del castillo).
En 1692 los Mesa perdieron el castillo en beneficio de los Condes de Lences, quienes, mediante matrimonio unieron su título al del Marqués de Mortara, de donde procede el nombre con el que se conoce lo que queda de la fortaleza.
En el siglo XVIII se describe el castillo como un edificio en ruinas y ocupado por los vecinos de Piedrabuena, lo que obligó al Marqués a restaurar una parte del mismo.
Durante la Guerra de la Independencia, (1808-1814), y la I Guerra Carlista, (1833-1840), las ruinas del castillo fueron usadas como caballerizas de las tropas. Sus últimos dueños, los Marqueses de Montehermoso lo tasaron para su venta, en 1850, en 1.800 reales sin que nadie quesiese comprarlo, dado lo ruinoso de su estado.
Finalmente, en 1901, el ayuntamiento de Piedrabuena compró el castillo para transformarlo en plaza de toros, función que ha mantenido hasta nuestros días, lo que supuso la destrucción de gran parte del edificio original, del que solo se mantienen lo que popularmente se conoce como cuevas, en realidad parte de las antiguas bóvedas.
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Luis Carlos Ramos Molpeceres
Profesor del Ámbito Social
CEPA “Montes Norte” de Piedrabuena